Castellanos, un pintor uruguayo que últimamente se expone cada vez más en el mundo, ya que hay un deseo profundo de conocer un pasado mítico que aparece en su pintura.
Nació en Montevideo en 1881, dentro de una familia de larga tradición criolla.
Sus primeros estudios de pintura y dibujo los hizo con Carlos María Herrera.
Como dijo Jorge Castillo es un representante del simbolismo y el exotismo, en la pintura uruguaya.
Fue un viajero por el mundo, donde encontró siempre temas de inspiración para sus obras, de un colorido exuberante y luminoso.
En uno de sus regresos al Uruguay, funda junto a otros y otras, el Círculo de Bellas Artes. (1905).
I
INICIOS
Su primer viaje fue a Europa, donde recorre los museos clásicos de España, Francia e Italia. Permanece dos años.
Estudia en Madrid con Joaquín Sorolla. Ya muy entusiasmado con lo europeo, regresa y la recorre junto a su maestro.
Vuelve nuevamente Paris, donde permanece un tiempo después de su primera Exposición en Madrid. Luego irá a Suiza e Italia, para regresar al Uruguay.
Recorre Oriente, África del Norte, Grecia, se instala en Puerto Pollenza.
PROYECCION
Sus obras pertenecen a la modernidad donde toma lenguajes en una mezcla de indigenismo, nacionalismo, simbolismo, surrealismo, sintetizando en una vertiente moderna, que puede llamarse antes que nada naturalmente americana.
Le atraerán los mitos de la antigüedad clásica, que iluminará con la ayuda de la luz mediterránea, dándole un universo simbolista.
Este viajero incansable, encuentra en los paisajes por los que transcurre, en una subjetividad espectacular, pintará el exotismo del África musulmana, y todo el Oriente, además de lo que ya le había dejado en sus exposiciones y muestras el Mediterráneo.
Este paisaje mediterráneo tiene connotaciones de dioses y héroes, Edipo, Zeus, Narciso, Perseo, Andrómeda, Ulises, Ninfas… Estas obras tienen un aire de inocencia que da paz al que observa su trabajo. El color queda impregnado en nuestra mente por largo tiempo, junto a esas imágenes sobre las que tanto hemos leído y que él le da forma magnífica.
Pero no solo pintó sobre el mundo greco-romano-asiático, sino que la América tropical lo marcó sobre manera. Recorriendo Brasil, Paraguay, Bolivia, Panamá.
Especialmente Paraguay lo impresionará por sus paisajes, su gente, las labores…
Su obra acá, toma el tono modernista, el mismo que diera Ruben Darío a su poesía,
Por ejemplo en “Recolección de bananas”, se ve un Río de Janeiro al fondo con color da formas lujuriosas al paisaje. Une el trabajo con el paisaje como un todo del mito del hombre y la naturaleza.
No olvidemos que en los museos europeos, aprendió con maestros excepcionales, a través del estudio de sus realizaciones, como Gauguin. Los ballet rusos de Diaghilev; y sobre todo Bakst, cuyas decoraciones en arabescos aparecen en muchas de sus obras. Especialmente en los Arlequines y Colombinas.
TRASCENDENCIA
Más de lo escrito, debo recordar que también Castellanos trabajó con mucho éxito en tapicería.
Muchas quedaron en Europa, especialmente las que hizo para Van de Velde de Bélgica.
Muchos críticos opinan que los óleos con los temas de América, son el punto sobresaliente de Castellanos. Una América cuajada de luz, de color violento y armonioso al mismo tiempo.
Se siente en los cuadros de este artista que nada es artificial, sino que muestra sencillamente su personalidad.
Castellanos alcanza a inspirar a varios poetas americanos, entre ellos a Lugones, también modernista, que dice:
“La flora se incendia con rojos febriles
Los troncos exudan resinas amargas
Y flota el perfume de los alcanfores.”
La artista plástica brasileña Tarsilla do Amaral que coincidiera con Castellanos y Torres en Paris, coincide con estos conceptos tan altos del artista uruguayo.
Unos cuatro años antes de 1945, harto de la Segunda Guerra Mundial, regresa a nuestro país. Y en este año marcado fallece.
Su obra queda en manos de familiares, por eso es que muy tardíamente comienza a conocerse. Además el artista siempre fue un desinteresado en vender su pintura.
Realiza exposiciones individuales y colectivas, en toda Europa y en América.
Recibe Premios, y sus obras están en muchos de esos países. Sin tener en cuenta que la mayoría la tenía su familia, como ya dije.
Su obra nos enaltece, por pintar una existencia plena de armonía y belleza; un mundo pagano lejano a la consideración de pecado como podría pensar el que vea sus cuadros y no conozca su vida tan plena.
Lilia Muniz