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Yvonne D’Acosta

Suavemente Ondulado

¿En qué momento de tu vida descubres que el arte es tu camino?

Desde muy temprana edad digamos, cuando era muy joven, adolescente. Pero era algo como un pasatiempo, que “no podía ser tu carrera”, digamos.
Me gustaba pasar el rato dibujando y pintando. Era algo que siempre me acompañó en mi niñez y adolescencia. Después, vinieron las exigencias de la vida y tenía que trabajar. Tuve que tomar otros caminos. En el año ’75 luego de cumplir con ciertas etapas y roles de acuerdo a lo esperado en el entorno social y personal , como ser casarse, tener hijos, trabajar en algo estable, me llegó el momento, y allí decidí que debía tener un espacio para formarme en lo que me gustaba hacer, aunque sin pensar en desarrollar una carrera artística.

¿Y con quien empezaste tu camino en lo que es la formación? Por ejemplo ¿tuviste un maestro o fuiste formándote sola observando pintura?

En la familia de mi marido había una pintora, Aída Moreno.Le pregunté a ella qué podía hacer, adónde concurrir para poder estudiar lo que me gustaba que era pintar.
Era una época difícil porque no se tenía mucho contacto con la cultura, estábamos en plena dictadura. Me recomendó el taller de Hilda López, artista de trayectoria ya reconocida. Si yo quería empezar a aprender de la A la Z, debía ir con ella.
La formación que tuve fue a través de Hilda López, entre el 75 y el 83.

¿Te formaste estrictamente en la pintura?

Sí, yo me formé dentro de lo que es digamos la formación académica tradicional, mucho dibujo, observación del natural, y paleta restringida en pintura. Estuve casi dos años haciendo solo dibujo. Y ahí aprendí muchas cosas con respecto a cómo mirar y sintetizar lo que vemos. También el aprendizaje de la técnica al óleo fue una formación de taller. Con los años me dí cuenta que me faltaban otros conocimientos, y que para una buena formación, aparte de la técnica, debía incorporar conocimientos teóricos, conceptuales, históricos. Al no tener una formación terciaria, tuve carencias que una vez vuelta la democracia pude de a poco ir adquiriendo al concurrir a cursos, seminarios, charlas, clínicas, etc. Empecé a descubrir otro mundo, en el cual fui de a poquito incorporando un conocimiento más amplio sobre el arte. Aprendiendo de cada una de las personas con las que me relacionaba, incorporando nuevos conocimientos. Los viajes con fines culturales, museos y bienales, también fueron otra fuente de conocimiento.
¿En ese momento te planteas el camino a través del trabajo diario para ir alcanzando esa meta del lenguaje?

Sí, digamos que quería dar un paso más, subir otro escalón, no solo trabajar para mí, sino poder mostrar después lo que estaba haciendo. Y ahí tuve la ayuda de otras personas, y en especial de una persona que fue muy importante dentro de esa etapa en mi carrera, que fue Jorge Abbondanzza. Luego de salir del taller de Hilda López, todavía sin haber empezado mi recorrido de búsqueda de otros conocimientos, de relacionarme con otros artistas, fue Jorge Abbondanzza quién me dio un gran empujón. El me ayudó a desarrollar toda una imaginería mía, porque yo en aquel momento, estaba muy influenciada por el taller de Hilda López. Y gracias a su apoyo, en el año 1987 logré hacer mi primera muestra individual.

¿O sea, que un poco en tu obra, has jugado más bien con el mundo interno?

Sí siempre he trabajado muchos desde lo interior.

¿Qué materiales usaste en tu obra para la exposición del 87?

Bueno, cuando realice esa muestra en especial, trabajaba con óleo, y también incorpore papeles pintados, papel de diario. Era toda una serie que tenía que ver con edificaciones que se deformaban. Mi formación fue pictórica, y la técnica al óleo, la que aprendí en el taller. Luego pasé a trabajar con el acrílico, me empecé a sentir muy afín con este material, y seguí desarrollando mi obra con él. Usando solo como medio de expresión la pintura, trabajé hasta el año 2003 aproximadamente. Luego empecé a incursionar en pequeños objetos.
Comencé a tener otra mirada hacia las diferentes posibilidades del arte a través de Alfredo Torres, dado que iba a clases con él. Daba clases en el CETU, ahí empecé a trabajar en objetos y me pasé al volumen. Hasta que hice mi primera instalación en el año 2005. A partir de ahí investigué en el volumen incorporando las esculturas blandas como medio. Mi primera participación y selección en un salón nacional con obra escultórica, fue con el premio María Freire, año 2006.

¿Esa especie de trabajo escultórico te permitió abarcar el formato instalación?

Si me lo permitió. Empecé a contar el espacio como otro elemento a tener en cuenta como parte de la obra. Y por otro lado, el espacio como material de trabajo también me es internamente necesario para la creación total de la obra. Las instalaciones que he realizado en diferentes salas, fueron creadas a partir del lugar. Viendo y viviendo el espacio, surgieron proyectos que luego presente y fueron aprobados para su realización.

¿Quiere decir qué en cada instalación tuya indudablemente hay un elemento sugeridor. ?

A partir del manejo del volumen me di cuenta de que tenía facilidad para trabajar con el espacio. Y es algo que me gusta mucho hacer. Y trabajar en esculturas blandas, surgió de utilizar el mismo material de soporte de la pintura, el lienzo. También el pintarlas de blanco, otro elemento que trasladaba al volumen. Conceptualmente, utilizar los mismos elementos en la escultura que en la pintura, significa para mí como el eslabón que mantenía la cadena unida. De pintora a escultora. Y en este camino de las artes visuales, actualmente, del volumen he vuelto a la pintura, y las formas volumétricas de mis esculturas blandas han sido incorporadas a la representación en el plano.

¿Y qué te planteas en tu obra con relación a la mirada que quieres dar en tu obra?

Mirá, yo creo que sin saberlo, sin darme cuenta, fui desarrollando un interés que se fue concretando y tiene que ver con la realidad que hemos creado a través del principio de realidad. Y ese algo más que existe, que no podemos definir y que está más allá de nuestra posibilidad de nombrarlo, de nuestro principio de realidad. Mi obra se fue desarrollando intuitivamente y a través del hacer, y con el tiempo pude conceptualizar, qué es lo que pasaba. Estoy trabajando siempre con el concepto: real/realidad. Buscando entre estos dos conceptos qué más hay, que tensión, qué relaciones existen entre ambos.
Esta brecha entre uno y otro, nos hace pensar, qué estamos mirando. También qué es lo que nos rodea. ¿Qué realidad es lo real? ¿De qué manera podemos intuir que existe algo más de lo que podemos nombrar? A través de la palabra, hay cosas que son indefinibles.

¿Te planteas también que sea una obra que haga pensar?

Sí, los volúmenes no se adhieren a ninguna forma específica que conocemos. Y el público te devuelve de repente interpretaciones, que vos ni pensaste en ellas. El público se hace otras preguntas con respecto a la obra. Y eso es lo que debe tener una propuesta, ser abierta a que la gente se cuestione, se pregunte. Más allá del me gusta, no me gusta, que trate de encontrar sus preguntas para esa obra. La obra no responde, es el espectador el que busca, sin respuestas. El arte no nos da respuestas. Hay muchas.
 
 

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Yvonne D’Acosta junto a una de sus o0bras

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